
En los últimos años, hemos sido testigos de un impresionante crecimiento en el uso de drones, tanto para usos recreativos como no recreativos, experimentando un aumento de unidades del 200% en México comparado con el 2020 según Statista.
El gran aumento de popularidad en el uso de los drones ha logrado que el enfoque principal durante los siguientes años de los organismos reguladores como AFAC sea la de ajustar la legislación para integrar exitosa y armoniosamente a los drones al espacio aéreo, ya que, si bien son tecnologías nuevas con gran potencial, también representan desafíos significativos para la aviación. Veamos algunos de ellos.
Primero tenemos el reto de la privacidad y seguridad. La maniobrabilidad de los drones es superior a cualquier aeronave, además de que su pequeño tamaño permite introducirse fácilmente en lugares donde otras aeronaves no pueden. Casos registrados donde drones sobrevuelan áreas restringidas en aeropuertos o propiedades privadas alertan no solo a los partícipes de la aeronáutica, sino también a los civiles. La regulación debe contemplar elementos disuasorios como el uso de bloqueadores de señales, de forma que los particulares pueden proteger sus bienes y su derecho a la privacidad. Sin embargo, el uso desmedido de estos bloqueadores pudiera afectar señales de otras aeronaves o de otros electrónicos.
En segundo lugar, el reto de controlar a los drones en las rutas aéreas es especialmente importante para otros operadores aeronáuticos como los taxis aéreos y aerolíneas. La falta de conciencia y común ausencia de planes de vuelo de drones y su aprobación en áreas controladas como lo establece la norma aeronátuica aumenta el riesgo de colisiones con aeronaves en su etapa más crítica: la de despegues y aterrizajes.
Por último, está la capacitación. La norma vigente establece que los cursos teóricos para pilotos de RPAS (Sistema de Aeronave Pilotado a Distancia, por sus siglas en inglés) deben comprender como mínimo 97 horas para RPAS pequeño y 393 horas para RPAS grande. A pesar de que la norma contempla en estas horas lo necesario para que los operadores obtengan el contexto y las herramientas adecuadas para operar de manera segura, la mayoría de los operadores no comprenden o ignoran voluntariamente el beneficio de capacitarse. Es posible que, para ellos, el bajo número de horas que volarán como piloto de RPAS no justifique la inversión de tiempo y dinero en el aula.
Estos retos y la complejidad de ejercer la ley genera una gran disparidad entre lo que marca la ley y lo que se hace en la práctica: Se estima que en 2022 se vendieron más de 41 mil drones en el país, aunque los registros públicos muestran menos de 6,000 unidades registradas.
Esta brecha significativa puede ser explicada en una ausencia de conciencia de la normatividad mexicana: ni los operadores ni los distribuidores conocen la extensión de la ley a la que se deben sujetar. Cerrar esa brecha requerirá del esfuerzo de los organismos gubernamentales (AFAC, SENEAM) y de los operadores privados. Estos esfuerzos deberán resultar en una regulación comprensiva y eficaz, a fin de garantizar una coexistencia segura y responsable en el aire.